Conseguir un buen vino depende en un 70% de la calidad que tengan las uvas que lo componen, siendo incluso más importantes que el mismo proceso de fabricación del vino. En concreto, si se elabora un vino con uvas de mala calidad sin importar el tratamiento que se le haga, las propiedades del vino no serán buenas.
Ahora bien, se dice que el vino se empieza a fabricar desde la viña y realmente es así; y es que es a partir de ese momento donde se ponen en juego múltiples factores que forman parte del procesamiento de la materia prima y que se consideran trascendentales para disfrutar de un buen vino.
Por tanto, ¿es importante la calidad de la uva en un vino? La respuesta es un ¡Sí! contundente y hoy te diremos cuáles son las razones.
La vid es la planta que produce las uvas y es capaz de desarrollarse en un gran número de suelos, llegando a ser un factor determinante para el desarrollo de una uva de calidad. Sin embargo, dependiendo del tipo de clima se puede encontrar multiplicidad de factores como humedad, precipitaciones y calor, lo cual favorece a unas variedades de uva y a otras no.
Esta vid produce un fruto tipo baya que posee una piel o película que las recubre y en su interior posee de 1 a 4 semillas que se agrupan en forma de racimos. Por lo general, la planta florece en primavera alcanzando la maduración hacia finales de verano o inicio de otoño.
Durante su crecimiento, el fruto va acumulando azúcares y minerales propios del suelo donde se planta la vid. Se sabe que las uvas han madurado cuando la piel cambia de color y se hacen más jugosas, lo cual facilita la extracción del mosto, que no es más que el propio zumo de las uvas.
Las uvas se cultivan en espacios denominados viñedos, que no son más que lugares donde se plantan y reproducen para ser usadas en la mesa o como materia prima en la elaboración de vino.
Los viñedos, por lo general, no requieren de grandes cantidades de agua para que la planta de la vid se desarrolle. Otro dato particular es que, de acuerdo al lugar donde se encuentre el viñedo, es posible encontrar sabores diferentes en las uvas brindando mayor o menor intensidad a los vinos que se producen con ellas.
La vid es una planta que cumple su ciclo biológico en un periodo de un año. Las cepas pueden llegar a vivir más de un siglo, pero después de 4 décadas los productores las remueven debido a que con el paso del tiempo se van produciendo una menor cantidad de racimos.
Sin embargo, aunque sea contradictorio, con los años, las plantas han penetrado lo suficiente en la tierra por lo que aprovechan más los minerales del suelo produciendo un vino de mayor calidad. Por supuesto, al ofrecer menos racimos no se usan para producir vinos de manera industrial.
Las plantas de la vid son vigiladas constantemente para garantizar la calidad de las uvas, entre los cuidados reglamentarios se cumplen los siguientes:
Conocer el momento propicio para poder recolectar la uva forma parte importante de la calidad de un buen vino, llegando incluso a determinar el grado de madurez del producto final. Por tanto, saber cuál es el momento en que debe ser recolectada, su estado sanitario y el proceso de recolección de la cosecha son factores claves para mantener en óptimas condiciones la materia prima.
El ciclo de reproducción de la vid se toma en cuenta para determinar el grado de madurez lo que permite definir con precisión cuál es el momento idóneo en el que debe recolectarse.
Por supuesto, es importante prestar atención a algunas condiciones climáticas que pueden perjudicar la vendimia como son las precipitaciones y las nevadas. En el caso de que ocurran, muchas veces los productores adelantan la vendimia para evitar la descomposición de las uvas, y por supuesto, la pérdida de la cosecha.
Indudablemente, los vinos se diferencian por varias características, una muy simple es la uva que fue usada como materia prima, la cual puede dar paso a diferentes nombres propios de vino en función de su naturaleza.
Asimismo, las uvas con que se fabrican los vinos se ven influenciadas por el clima de la región donde se cosechan, por lo que puedes tener una misma cepa sembrada en regiones diferentes y obtener un sabor diferente de vino.
La temperatura de la localidad donde se cosecha la uva puede llegar a ser uno de los factores más influyentes en la calidad del vino. En concreto, si en la región se producen grandes precipitaciones, granizo o heladas se pueden lograr características organolépticas diferentes en una misma cepa. Aunque la experiencia dice que existen algunas regiones de España donde se cultivan uvas de mejor calidad que en otras.
Otro punto importante es la localización geográfica del viñedo, teniendo presente que en regiones como Cataluña se producen vinos blancos con una amplia variedad de sabores y aromas, y sus uvas tienen un gran envejecimiento; por su parte, Valencia, gracias a su cercanía con el mar ofrece terrenos con buena inclinación ideales para plantar uvas.
Asimismo, en la Rioja se pueden desarrollar varios tipos de uvas gracias a la mixtura de rasgos atlánticos y mediterráneos que tienen sus suelos propiciando un buen crecimiento.
Es evidente, la calidad de la uva es determinante para conseguir vinos con atributos exclusivos; es por ello que se precisa poner en marcha todo un plan de cuidados que garanticen su calidad desde el día cero hasta el embotellado.
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