No es secreto para nadie que hablar de tauromaquia en cualquiera de sus modalidades es sinónimo de la cultura española. Para que tengas una idea más clara sobre el término, la tauromaquia es definida por la RAE como “el arte de lidiar toros”, y en este tema, España tiene una gran trayectoria de reconocimiento mundial.
Pero, ¿cómo es que la tradición de los toros llegó a suelos españoles? Sin duda, es una interrogante que sigue vigente hasta nuestros días, y para darle respuesta, es necesario hacer un viaje en el tiempo hasta los orígenes de esta famosa y controversial tradición.
Parece ser que la participación del hombre en la lidia de los toros se remonta a las épocas ancestrales, y por supuesto, es imposible hablar de este arte sin hacer mención a los orígenes del animal, en concreto del toro bravo o toro de lidia.
Se trata de una raza originaria de la península ibérica y vinculada con el mamífero primitivo urus o bos, un animal fornido, rápido y agresivo cuyas vías migratorias coincidían con España encontrando en esta tierra un buen asentamiento. Aún, en la propia Biblia, diversos versículos hacen mención al toro como sinónimo de fuerza y poder; incluso como ofrenda en los sacrificios.
Ahora bien, ¿cómo es que el hombre entra en el mismo escenario para enfrentarse a esta fornida bestia? Existen ciertas referencias que indican que los íberos sacrificaban toros bravos en un acto público de desafío contra el animal. Sin embargo, una de las teorías que toma más fuerza está relacionada con el Imperio Romano y su circo, y es que el origen de lo que hoy conocemos como Coso, Plaza o Redondel, está muy estrechamente vinculado con el Coliseo Romano dado su gran parecido en cuanto a infraestructura.
Ante esta idea, existen diversas opiniones con respecto al tema y una de las que más hace ruido ha sido la de Alfonso Zapater autor de la obra “Tauromaquias Aragonesas”. En otras palabras, el periodista español argumenta en su obra que el origen de la tauromaquia resulta incierto y que a pesar de ser poco probable, otros historiadores han comentado que las corridas de toros pudieron haber surgido en Grecia, y de allí, llegar hasta Roma.
La misma obra recoge otro aporte valioso sobre el recorrido histórico de la tauromaquia dejando ver lo que algunos historiadores han podido argumentar sobre la posición de Julio César como el primer picador de toros. Y es que, se dice que el emperador se aficionó tanto al deporte de alancear toros desde un caballo, que introdujo la pica con la intención de perfeccionar su práctica.
No es una idea alejada de las actividades del coliseo romano, donde los gladiadores se enfrentaban en combate con animales, entre ellos, toros; todo esto bajo una idea de veneración. Incluso, el uso de la indumentaria con escudos y espadas de la época del circo romano pudiera ser la antesala del equipamiento de nuestros toreros de hoy en día.
Existen evidencias basadas en datos artísticos, económicos y literarios que demuestran un importante auge de las corridas de toros en España para el siglo XVII o mucho antes. Durante esta época el toreo a caballo se consolidó y las corridas de toros eran más comunes en celebraciones y fiestas reales españolas.
Asimismo, durante el siglo XVII empezó a destacar el toreo a pie siendo las plazas cerradas los lugares de elección para los festejos taurinos donde no sólo tenían cabida los nobles caballeros, sino también sus auxiliares cuyo desempeño como lidiadores a pie empezó a tener mayor importancia en la escena.
Sin duda, las corridas de toro ya habían tomado presencia inminente en España, motivo por el cual se desarrollaron nuevas normativas y reglas a modo de tratados donde se establecía cuál debería ser el comportamiento del caballero de cara a la lidia del toro, así como algunas reglas en relación a la conducta del público.
Para el siglo XVIII, la nobleza se desvinculó del toreo a caballo dada la prohibición de Felipe V sobre las “fiestas de los cuernos”. Desde entonces, los plebeyos hicieron como suyo el toreo a caballo que con el tiempo fue sustituido por el toreo a pie donde el protagonismo ya no era de los caballeros, sino de los toreros. En esta época es cuando empiezan a levantarse los primeros toreros profesionales y surgen los primeros elementos que afianzan las corridas de toros modernas.
La temporada de ferias taurinas españolas inicia con la Feria de Valdemorillo durante la primera semana de febrero, en pleno invierno. Este evento se realiza en la Plaza de Toros Valdemorillo, también llamada Plaza de Toros de la Candelaria. En marzo, continúan las Ferias de San José en Valencia y el siguiente mes es el turno de las Ferias de Sevilla también conocidas como Ferias de Abril.
Durante mayo y junio cobra vida una de las ferias taurinas más importantes del mundo, se trata de la Feria de San Isidro que se celebra en la Plaza de Toros de las Ventas de Madrid que además de las corridas de toros, comprende corridas de rejoneo y novilladas.
Durante el segundo semestre del año, otros festejos taurinos llaman la atención de profesionales y novatos de la tauromaquia como las Fiestas de San Fermín en Pamplona, la Semana Grande de Bilbao, la Feria Taurina de Albacete, una de las más esperadas por los manchegos y la Feria del Pilar que tiene lugar en Zaragoza. Sin duda, España es tierra taurina y sus festejos se hacen sentir durante todo el año.
Es evidente que las corridas de toros y el resto de modalidades de este arte, han sido una importante fuente de identidad cultural para los españoles. Para algunos, es una forma tradicional de socializar; para otros, representa un rentable impulsor de la industria cultural española. Independientemente del concepto que se tenga sobre las corridas de toros, una cosa es segura, se han convertido en algo más que un simple entretenimiento ¡son una forma de vida en España!
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